El aparato digestivo a veces manda señales que pueden ser incómodas o alarmantes. Dolor de estómago, náuseas, vómitos o diarrea son algunos de los mensajes más frecuentes. Si sabes qué es normal y qué no, puedes actuar rápido y evitar que una molestia se convierta en un problema serio.
El dolor abdominal suele aparecer después de comer algo demasiado grasoso, picante o en exceso. En la mayoría de los casos, una comida ligera y descansar un rato bastan. Las náuseas pueden deberse a un virus, a una comida en mal estado o a la ansiedad. Si el malestar dura menos de 24 horas y no hay fiebre, suele resolverse con hidratación y alimentos suaves.
Los vómitos son la forma del cuerpo de expulsar lo que le irrita. Mantenerse hidratado con agua, caldos o soluciones electrolíticas es clave. La diarrea, por otro lado, a menudo es viral o está provocada por intolerancias (lactosa, gluten). Evitar azúcares y lácteos durante 48 horas ayuda a que el intestino se calme.
Si los síntomas persisten más de tres días, aparecen sangre en heces o vómitos, o se acompañan de fiebre alta, es momento de buscar ayuda profesional. Lo mismo ocurre si hay pérdida de peso inexplicada, deshidratación severa (boca seca, mareos) o dolor intenso que no cede con analgésicos comunes.
En casos de dolor abdominal súbito y muy fuerte, como una puñalada, no esperes: llama a emergencias o acude al servicio de urgencias. Esa sensación puede indicar problemas graves como apendicitis o cálculos biliares.
Para el día a día, unos trucos básicos pueden aliviar mucho. Come despacio, mastica bien y evita bebidas carbonatadas. Un té de manzanilla o menta ayuda a calmar el estómago. Si tienes gastritis, reduce el consumo de café, alcohol y alimentos ácidos.
Si sueles tener episodios recurrentes de diarrea, prueba la dieta BRAT (banano, arroz, compota de manzana, tostadas) durante 24‑48 horas. Después vuelve a introducir alimentos poco a poco y observa cómo reacciona tu cuerpo.
Los probióticos pueden ser útiles para equilibrar la flora intestinal, pero elige marcas con cepas estudiadas y sigue la dosis recomendada. No sustituyen el consejo médico, pero pueden complementar el tratamiento.
En resumen, la mayoría de los síntomas gastrointestinales son autolimitados y se resuelven con reposo, hidratación y una alimentación ligera. Mantén un registro de lo que comes y cómo te sientes; eso te ayudará a identificar patrones y a hablar con tu médico con datos claros.
Si tienes dudas o los síntomas no mejoran, no dudes en contactar a un profesional de salud. Mejor prevenir que sufrir un problema más serio.
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