El glaucoma es una enfermedad que daña el nervio óptico y puede llevar a la pérdida de visión si no se trata a tiempo. La mayoría de la gente no siente dolor, por eso es importante hacer revisiones regulares con el oftalmólogo. En esta guía te explico de forma sencilla qué causa el glaucoma, cómo reconocerlo y qué opciones tienes para controlarlo.
En los inicios, el glaucoma suele ser silencioso; no hay síntomas visibles. Con el tiempo, puedes notar visión borrosa en los márgenes, dificultad para ver en la oscuridad o pérdida de visión periférica. Si notas cualquiera de estos cambios, agenda una cita lo antes posible. El examen de presión intraocular (PIO) y la prueba de campo visual son las herramientas principales que usa el médico para detectar la enfermedad.
Otro signo que a veces se confunde con otras afecciones es la aparición de halos alrededor de las luces. Si notas que las luces del coche se ven como aros brillantes, no lo ignores. Un diagnóstico precoz permite iniciar el tratamiento antes de que el daño sea irreversible.
El objetivo del tratamiento es reducir la presión dentro del ojo. La primera línea suele ser el uso diario de colirios que disminuyen la producción de humor acuoso o mejoran su drenaje. Existen varias familias de gotas, como los betabloqueantes, los inhibidores de la anhidrasa carbónica o los agonistas alfa.
Si las gotas no son suficientes, el médico puede recomendar procedimientos láser, como la trabeculoplastia, que abre los canales de drenaje del ojo. En casos más avanzados, se recurre a cirugías de filtración o implantes de tubos de drenaje. Cada opción tiene sus riesgos y beneficios, por eso es clave hablar con el especialista y elegir la que mejor se adapte a tu situación.
Además de la medicación, algunos cambios en el estilo de vida pueden ayudar: evita esfuerzos visuales prolongados sin descanso, mantén una dieta rica en antioxidantes y controla otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión, que pueden empeorar el glaucoma.
Recuerda que el glaucoma es una condición crónica; el tratamiento no es una cura, sino una forma de controlar la presión y evitar más daño. Por eso, la adherencia a las citas médicas y a la toma de los colirios es fundamental. Si alguna gota te causa irritación, avisa al oftalmólogo para ajustar la prescripción.
En resumen, el glaucoma es una amenaza silenciosa para la visión, pero con detección temprana y un plan de tratamiento adecuado puedes mantener tu vista saludable. No dejes de hacerte revisiones periódicas, presta atención a cualquier cambio visual y sigue las indicaciones de tu especialista. Tu visión vale la pena cuidarla.
Descubre cómo los fármacos actúan en la hipertensión ocular, cómo elegirlos y garantizar la adherencia para prevenir el glaucoma.
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