¿Te has preguntado por qué siempre hablan de la vitamina D? No es solo otra vitamina; es clave para tus huesos, tu sistema inmune y hasta tu estado de ánimo. En esta guía te explico de forma clara cuándo necesitas más, cómo sacarla del sol y qué precauciones tomar si decides usar suplementos.
La vitamina D ayuda a absorber el calcio y el fósforo, dos minerales imprescindibles para que tus huesos y dientes sean fuertes. Además, regula la respuesta inmunológica, lo que significa que puede influir en la forma en que tu cuerpo combate infecciones. Si tus niveles son bajos, puedes sentir cansancio, dolor muscular o mayor riesgo de fracturas.
La forma más fácil de producir vitamina D es exponiéndote al sol. Bastan entre 10 y 30 minutos al día, con brazos y piernas al descubierto, dependiendo de tu tono de piel y la latitud. También la encuentras en alimentos como pescado graso (salmón, caballa), hígado, yema de huevo y productos fortificados (leche, cereales).
Si vives en lugares con poca luz solar o pasas mucho tiempo dentro, la suplementación puede ser necesaria. Los suplementos vienen en dos formas: D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol). La D3 es la que mejor eleva los niveles en sangre, así que suele ser la recomendada por profesionales.
Antes de comprar cualquier suplemento, consulta la dosis recomendada. Para adultos sanos, la ingesta diaria suele estar entre 800 y 2000 UI, aunque personas con deficiencia pueden necesitar hasta 4000 UI bajo supervisión médica. Nunca superes los 10 000 UI diarios sin indicación profesional, ya que un exceso puede causar hipercalcemia.
Identificar una deficiencia no siempre es obvio. Los síntomas más comunes son fatiga persistente, dolor óseo, debilidad muscular y, en casos graves, problemas de crecimiento en niños. Un análisis de sangre de 25‑OH vitamina D es la forma más fiable de saber si estás bajo o no.
Si el resultado muestra niveles menores a 20 ng/ml, se considera deficiencia y suele recomendarse suplementación. Entre 20 y 30 ng/ml indica insuficiencia, y valores superiores a 30 ng/ml son adecuados para la mayoría de la gente.
Recuerda que la vitamina D no funciona sola. Mantén una dieta equilibrada, haz ejercicio y, si usas suplementos, acompáñalos con una ingesta suficiente de calcio. Así maximizas los beneficios y evitas problemas de absorción.
En resumen, la vitamina D es esencial para tus huesos y tu defensa inmunológica. Aprovecha el sol, incluye alimentos ricos en ella y, si es necesario, suplementa de forma segura bajo control médico. Así tendrás la energía y la salud ósea que necesitas para vivir sin límites.
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